Nuestra vacuna contra el Covid-19
Por: León Opalín
El 13 de enero pasado mi hijo mayor quien tiene un departamento en Miami, Florida, nos invitó para que nos fuéramos “ya” al mismo para vacunarnos. Rápidamente mi hija mayor Regi y su hijo Berni nos consiguieron una cita para vacunarnos mi esposa y yo el día 14 y los boletos de avión. Salimos precipitadamente al aeropuerto de la Ciudad de México y en los mostradores de la aerolínea (Aeroméxico), había orden; sana distancia y todo el mundo con cubrebocas. Había mucha gente en los mostradores, los destinos principales EUA y Sudamérica. Los trámites para abordar son electrónicos, difíciles de realizar para adultos mayores. Afortunadamente estaba allí nuestra hija para apoyarnos.
El viaje fue bastante cómodo. Habíamos reservado en la fila 5, la primera después de la primera clase. No teníamos a nadie adelante de nosotros y el espacio para estirar las piernas era amplio, pero esos asientos obviamente tienen un costo adicional, no exagerado, que vale la pena pagarlo. Aterrizamos en Miami en medio de una fuerte lluvia y frío. Realizamos un recorrido interno en tren en el aeropuerto de alrededor de 20 minutos para recoger un vehículo rentado, sin embargo, como era de madrugada ya no había personal para entregarlo. El internet para pedir un Uber no funcionó y finalmente tuvimos que tomar un taxi del aeropuerto; que aparentemente estaba sanitizado.
Al otro día ya con nuestro vehículo rentado fuimos al Katerini Hospital relativamente pequeño. El policía de la entrada del hospital de origen marroquí inmediatamente nos “mandó a volar” al igual que a otros adultos mayores que habían llegado en el mismo vuelo que nosotros, alegando que las vacunas se aplicaban solo a residentes de EUA. Nuestra frustración fue mayúscula. Varios amigos de la tercera edad, casi ochentones, que estaban en Miami y que ya habían sido vacunados con la primera dosis, nos recomendaron irnos al estadio Hard Rock. Al siguiente día con documentos que avalaban que mi hijo mayor residía en EUA, a las 6:30 A.M. nos formamos en la larga fila de acceso al Estadio. A las 8:00 P.M. cuando abrieron las puertas del Estadio se empezó a mover la línea. Después de 2 horas llegamos a la zona de vacunación, el personal que recibía la documentación, estadounidenses de origen latino, en una actitud positiva, revisaron superficialmente nuestros documentos y finalmente fuimos vacunados por médicos que aparentemente eran de origen de Haití. En virtud de que ese día yo había tomado un medicamento que contenía aspirina me mantuvieron en observación durante media hora, después como todo estuvo normal nos fuimos contentos con nuestro comprobante para nuestra segunda cita el 5 de febrero.
Mientras nos aplican la segunda dosis tenemos que permanecer en el departamento. Seguimos siendo susceptibles al contagio, sobretodo en Miami donde las tasas de contagio y mortalidad son elevadas. La gente aquí frecuenta restaurantes y centros comerciales particularmente los fines de semana.
En este contexto, nosotros hemos concurrido en dos ocasiones a diferentes playas debidamente protegidos y en las que se guarda la debida distancia. El aire puro en la playa es recomendable para el problema pulmonar que padezco.
No obstante, el agradable entorno visual de Miami, un extraordinario centro de recreación (resort), resulta difícil no pensar que la pandemia está por todas partes. La eficiencia de la infraestructura sanitaria para la vacunación masiva que observo en Miami, se repite en otros estados de la Unión, aparentemente la dotación de vacunas podría ser insuficiente. Aquí es donde me pregunto qué va a suceder en México, a todas luces no se cuenta con una infraestructura adecuada para la vacunación masiva. Se me ocurre pensar que México necesita ayuda de EUA y otros países desarrollados para este propósito no se trata de injerencia extranjera, sino de un apoyo de solidaridad para salvar vidas.
Al mismo tiempo se precisa que la infraestructura del sector privado mexicano se coordine con el gobierno para vacunar masivamente y los más pronto posible a ciudadanos que tienen recursos para pagar el costo de adquisición de la vacuna. Es preciso reconocer que la pandemia está totalmente descontrolada en la República, es necesario actuar de inmediato para frenar su expansión.