jueves, diciembre 5, 2024
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Solalinde y su «inocentada»

El comentario del padre: «el presidente tiene rasgos de santidad», no aguanta ni el más básico escrutinio público o religioso. Comenzando por que uno de los requisitos para alcanzar la santidad sería no mentir

Hoy es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Se entiende, entonces, haya alguno que otro comentario jocoso y hasta bromas en la prensa sobre más de un político. Es ahí donde podemos ubicar el más reciente comentario del padre Solalinde sobre López Obrador. Ciertamente se adelantó algunos días en su dicho, pero su propuesta es una verdadera “inocentada”, si bien no la única.

Antes se asociaba a Solalinde con la defensa de migrantes y la protesta del trato que recibían en nuestro país. Eso era en el pasado, ahora ya no es así. Y aunque él insiste que “en ningún momento he dejado de trabajar a favor de los migrantes, pero ya no estoy tan expuesto a los reflectores que, insisto, no son lo mío”, hay quienes — más avezados en el tema— sostienen que la verdadera razón detrás de su alejamiento del escenario público es la acusación por abuso sexual de menores que pende sobre el ex religioso.https://83913a3ea4ebd18ed6bbf99878f93916.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0

Para otros, la razón reside en que, después de utilizar la figura del Niño Dios disfrazado de López Obrador, la iglesia básicamente lo expulsó como sacerdote. Algunos más sostienen que la investigación de la institución es mucho más profunda: conocer acerca de su ordenación; se sospecha que no terminó el seminario y que fue echado fuera por los carmelitas.https://d-3288747854494155438.ampproject.net/2111242025001/frame.html

Lo anterior es independiente a que, sorprendentemente, la defensa que hacía Solalinde de los migrantes se difuminó tan pronto comenzó la actual administración. Y no porque esta les dé ahora un mejor trato que antes; si acaso todo lo contrario.

En ese contexto, el comentario del padre: “el presidente tiene rasgos de santidad”, no aguanta ni el más básico escrutinio público o religioso. Comenzando por que uno de los requisitos para alcanzar la santidad sería no mentir… Además de esa, hay diversas características que no cumple el tabasqueño.

Las elecciones las hacemos los ciudadanos

Poco importa si el ejecutivo federal es un santo o un diablo; si tiene rasgos de bondad o de maldad. En términos republicanos, lo fundamental es que pueda conducir al país, encontrarle solución a los problemas que nos aquejan y definir estrategias tan importantes como son disminuir la violencia en el país, evitar el desabasto de medicinas o impedir la violación a los derechos humanos de migrantes que transitan por territorio nacional. Eso sería a partir de lo cual juzgar a AMLO y al régimen, en lugar de caer en el juego de las connotaciones religiosas. Finalmente, nuestro gobierno es una república laica…

En términos de migrantes, saber de la efectividad y ética de la política desplegada hacia ellos; nunca en términos de lo que se dice, sino de lo que se hace.

La máxima “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” ha sido olvidada por el Padre Solalinde y por un nutrido número de mexicanos. Han pasado de largo lo fundamental: México no es un Estado teocrático y, aunque tolerantes de todas las creencias, gobierno y funcionarios no deben estar definidos en términos religiosos o místicos.

La inocentada de Solalinde no es graciosa, tampoco saludable para el debate público. Lo intoxica y solo refleja la pérdida de brújula de lo que en realidad es crucial para todo gobernante: la implementación de políticas públicas adecuadas, la impartición de justicia y la unidad de los mexicanos. Lo demás no vale nada.

POR VERÓNICA MALO
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@MALOGUZMANVERO