Ni se les ocurra
Para ‘Alito’, Moreira y sus seguidores del PRI, el mensaje contundente de una buena parte de la población mexicana es que deben oponerse, de tajo, a la reforma electoral lopezobradorista.
Después de la marcha de oposición y rechazo a la reforma electoral del presidente López Obrador el pasado domingo, queda claro el mensaje para los priistas: el INE no se toca. La cantidad de manifestantes fue abrumadora, más allá de las expectativas de los más optimistas tanto en número como en cobertura geográfica. Incluso en el extranjero.
Para Alito, Moreira y sus seguidores del PRI, el mensaje contundente de una buena parte de la población mexicana es que deben oponerse a la reforma lopezobradorista de tajo, sin consideración alguna. Puede ser que haya cosas que mejorar de nuestra legislación electoral, pero no es el momento de modificarla como se pretende, y menos para ser aplicada por primera vez en una contienda presidencial.
De acuerdo con la encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica a la que tuve acceso, de una muestra aleatoria de quienes marcharon el domingo pasado, 78 por ciento de los encuestados afirmaron que el mensaje principal de la marcha es que el INE no se toca. Hubo una gran coincidencia en el propósito, la gente salió a la calle a defender al INE. El 51 por ciento de los encuestados consideraba que este mensaje debe ser escuchado por López Obrador, mientras que otro 2 por ciento opinó que los legisladores son quienes deberían escucharlo. Es decir, le estamos diciendo a las autoridades democráticamente electas que deben respetar la opinión y el deseo de los ciudadanos que los eligieron. Cabe mencionar que 83 por ciento de quienes marcharon el domingo conocen el contenido de la propuesta de reforma y les preocupa principalmente la designación de los consejeros por voto popular y transformar al INE en el INEC.
Estos resultados son interesantes porque muestran con claridad que a la gente le importa mantener su posibilidad de votar y que su voto se cuente bien. Independiente de los demás temas relevantes que esta reforma implica, como la realidad de nuestro país como una república federal y la posibilidad real de organizar elecciones confiables y encauzar las controversias litigiosas exitosamente, a la gente lo que le importa es asegurarse que puede elegir a sus gobernantes y puede elegir deshacerse de ellos.
Nuestra democracia es imperfecta y en muchos sentidos poco participativa. Algunos piensan que solamente es electoral y que en realidad México dista mucho de ser un país democrático. Pero nuestro proceso electoral es mucho mejor a lo que teníamos hace ya un poco más de dos décadas, cuando el gobierno organizaba las elecciones y contaba los votos, sin ninguna posibilidad de apelación de los resultados.
Pareciera que en nuestra reciente transición a la democracia se ha ido acentuando en la psique del mexicano, que únicamente en las urnas hacemos valer nuestra opinión sobre los gobiernos en turno. De ahí la unificación de cientos de miles de ciudadanos para defender ese poder y la autonomía del INE. Cientos de miles de personas de todas las edades y grupos sociales (más cargado a las clases medias) en más de 50 ciudades del país y del extranjero que marchamos queremos que el mensaje lo escuchen las autoridades de nuestro país, quienes deciden si pasa o no esta reforma o alguna similar, aunque con otro nombre y lenguaje.
Recientemente la cúpula priista traicionó la confianza de muchos mexicanos al incumplir acuerdos previos que había adquirido con el bloque opositor y votó en favor de la militarización. Aprobaron una reforma claramente inconstitucional. Hoy tienen la oportunidad de sacarse esa espina que todavía duele y lacera.
Los ciudadanos que salimos a las calles el domingo les estamos diciendo a los legisladores de oposición, pero específicamente a los priistas, y especialmente a sus dirigentes en el partido y en el Congreso, que ni se les ocurra aprobar una reforma electoral que venga de Morena en las condiciones actuales, sea cual sea su contenido. Si lo hacen, pueden olvidarse de nuestros votos. Más claro ni el agua.