Machismo, actitud oculta en México
Históricamente, los valores, costumbres y prejuicios han marcado la forma de vivir de las sociedades. Es por ello que a pesar de que existen importantes avances en políticas públicas respecto a la violencia contra la mujer, la discriminación hacia ellas se mantiene como un ‘puntapié’ para la democracia y la equidad, situación que genera un ‘caldo de cultivo’ para
el machismo.
En nuestro país fallecen diariamente 10 mujeres a causa de su género. El feminicidio es el último eslabón de una larga cadena de violencia que sufren las mujeres a lo largo de su vida, ya que –de acuerdo con el INEGI–, al menos seis de cada 10 mexicanas han padecido discriminación por el simple hecho de pertenecer al
sexo femenino.
“Los homicidios por violencia de género son consecuencia de una historia que los maltratadores van desarrollando con el tiempo, al igualarnos respecto a los hombres; la rudeza interpersonal y el maltrato psicológico aumenta, debido a la ira de ellos, individual y colectivamente por su pérdida de poder”, señaló Elena Azaola, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
Para los funcionalistas, la división de los géneros se produjo con las sociedades industriales, cuando las mujeres tenían menos movilidad por causa de embarazo, parto y crianza de los hijos, y los hombres se dedicaban a caza, por lo que poco a poco adquirieron un papel dominante como proveedores del alimento y protectores.
No obstante, sin tierras que conquistar y en un mundo industrializado, el dominio establecido se fue diluyendo, al igual que la supremacía machista, misma que no se ha eliminado del todo.
En México, a raíz de la pandemia se volvió a relegar a la mujer, en al menos 61 por ciento de los hogares; ellas son exclusivamente las responsables de las labores domésticas, y el cuidado de niños y enfermos.
Dicha situación no sólo trajo consigo un retroceso en materia de roles de género, sino que también permitió que volvieran las actitudes dominantes en el hogar y la distribución desigual de poder. Tanto así que, durante el periodo de confinamiento, la Red Nacional de Refugios reportó 46 mil casos de víctimas de violencia machista.
“La desigualdad aumentó con la pandemia, debido a una falta de perspectiva de género y planificación en las medidas contra el COVID-19; la violencia hacia ellas se incrementó en todo el mundo y los casos están confinados en los hogares, lo que detona ansiedad, estrés y depresión”, advirtió Melisa Baños, psicoterapeuta en la Asociación Yo te creo.
Con ello, los retos se hacen más grandes, pues de acuerdo con Reina Xóchitl, de Inmujeres, este tipo de comportamientos se aprenden desde casa y se fomentan en la sociedad, por lo que, en esta etapa de pandemia, es importante promover la igualdad de derechos desde el hogar.
Y aunque ya no es raro ver al sexo femenino en puestos de poder, el desafío para lograr una equidad completa y erradicar la violencia de género permanece, tanto hombres, como mujeres. Necesitan generar un nuevo sentido común, refundar las instituciones y profundizar en el impacto positivo que el trato equitativo producirá en la calidad de vida y el bienestar común de la población, ya que ellas representan más de la mitad de la población mundial. 1,360 mdd es el costo del machismo en México (bullying, alcohol, accidentes, depresión y suicidio).
“La desigualdad aumentó con la pandemia, debido a una falta de perspectiva de género; la violencia incrementó y los casos están confinados en los hogares”.
Melisa Baños
Psicoterapeuta de Yo te creo
GRANDES RIESGOS
1. Exposición de mujeres y niños a la violencia dentro y fuera de sus hogares.
2. Adquirir infecciones de transmisión sexual; aumento de embarazos impuestos y, por ende, paternidad ausente.
3. Se pone en riesgo a otros hombres, por medio de accidentes, homicidios y otras formas de violencia.
4. El varón machista es más propenso al suicidio, percances, alcoholismo y otros tipos de adicciones.
FUENTE ONU.
¿CÓMO SE IDENTIFICA?
1. La persona con este comportamiento suele tener alejamiento en el cuidado de los hijos e hijas.
2. Sin involucrarse en las labores del hogar (excepto para dictar las normas y ejercer los castigos).
3. Mantiene una postura vertical en el trato de las relaciones familiares.
4. Por medio de una sexualidad activa y heterosexual (cuestiones por las que se justifica la poligamia).
5. Son personas que regularmente no permiten expresar sus emociones y sentimientos.
FUENTE: SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN.
Por Frida Valencia