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domingo, abril 28, 2024
Nacional

La Secretaría de Cultura federal y el Inbal rinden homenaje al escritor José Agustín, con letras y rock and roll

Recordó que, en los sesenta, José Agustín se inició en la literatura mexicana al lado de Gustavo Sainz, Juan Tovar, Parménides García Saldaña y Margarita Dalton. “José Agustín abrió las puertas de la cultura de la chanza a los jóvenes que hicieron de la irreverencia una forma de acercarse a la literatura. De La tumbaSe está haciendo tarde y de muchos otros libros salieron voces de risa, de irreverencia que muchos festejaron, por fin se sentían representados y representadas las niñas de minifalda y los greñudos de pantalones de mezclilla”.

La escritora, Premio Cervantes 2013 expresó que José Agustín reía y “hacer reír es hacerle un bien a los demás, y para sorpresa de todos resultó muy culto, sabía mucho de literatura francesa e inglesa. José Agustín le trajo un aire nuevo a la literatura mexicana, introdujo la antisolemnidad y la buena onda que proviene no solo del relajo y la risa del rock, sino de la solidaridad, muy pocos saben que José Agustín cultivó caña en los campos de la Revolución Cubana y tampoco saben que le ayudó a José Revueltas a escribir El apando, en Lecumberri. Abrió muchas puertas para que entrara aire fresco en el ambiente catedralicio y solemne de la literatura mexicana”.

En su intervención, la ensayista y poeta Elsa Cross agradeció a las autoridades de la Secretaría de Cultura federal y al Inbal por la organización del homenaje y destacó la escritura que José Agustín estaba llevando a cabo, cinco años antes del 68, un cambio profundo de gran consonancia con las transformaciones que se avecinaban: “La indagación y la experimentación constantes que eran parte de las expresiones de esa búsqueda se hacen presentes de muchas maneras en los libros de José Agustín. Sus novelas y sus cuentos abrieron un cauce poderosísimo a la narrativa mexicana que estaba anquilosándose en sus temáticas y tratamientos”.

Mencionó también que su lenguaje, temas y ritmo narrativo trajeron una inmensa frescura y renovación: “Considero que estos libros, que son siempre ágiles, divertidos y profundos, son solo parte de su legado. Otra parte muy importante es la actitud, el gesto que lo llevó a escribirlos, una conciencia crítica que hoy se necesita más que nunca, sobre todo entre muchos jóvenes que siguen pasivamente cualquier moda, y no solo jóvenes.

Otro aspecto que compone su legado, refirió, es la invitación a aprender un constante viaje de descubrimiento: “Esto es quizá lo que impulsó su escritura, lo que da sentido a muchos de sus personajes, y lo que puede ser para todos un proyecto de vida lleno de significado”.

El poeta Alberto Blanco se cuestionó sobre lo que habría pensado el escritor radicado en Cuautla, Morelos, respecto a la ceremonia: “Conociéndolo y recordándolo en sus buenos tiempos, estoy seguro de que se habría reído de buena gana. Se habría reído de esta ceremonia, y muy probablemente habría acompañado estas risas con dos o tres majaderías, como era su costumbre”.

Refirió que son muchos los recuerdos, la música, las lecturas compartidas y conversaciones con el autor de Se está haciendo tarde: “Cuando José Agustín participó junto con Sergio Mondragón, José Vicente Anaya, Juan José Gurrola Carlos Martínez Rentería, Benjamín Anaya, y quien ahora les habla, en el homenaje al poeta Lawrence Feringhetti, aquí arriba en la Sala Manuel M. Ponce. Una noche memorable que terminó por supuesto muchas horas después en La Ópera. Simplemente no queríamos que esa convivencia se acabara”.

Como parte de este homenaje póstumo, el Inbal, a través de la Compañía Nacional de Teatro, participó con una lectura dramatizada de la obra Los motivos del lobo, del escritor nicaragüense Rubén Darío, a cargo de Olivia Lagunas y Miguel Ángel López.

Posteriormente iniciaron las guardias de honor con acompañamiento musical, en la cual participaron José Manuel Aguilera, voz y guitarra; Yann Zaragoza, teclado; Abraham Méndez, batería; Ernick Romero, bajo; Jorge Chacón, guitarra; integrantes del grupo La Barranca. Además de interpretar varias piezas, dedicaron una melodía con arreglos de La Barranca para esta ocasión:  House of the Rising Sun, de Alan Price.

José Agustín fue uno de los escritores más representativos de la literatura mexicana e hispanoamericana, inserto en la denominada “literatura de la onda”, convirtiéndose en un autor que trascendió generaciones, con sus obras La tumba, De perfil, Se está haciendo tarde, El rock de la cárcel, Ciudades desiertas, Cerca del fuego, La contracultura en México Dos horas de sol, y destacándose como un prolífico narrador en los géneros de la novela, el cuento, la dramaturgia y el guion cinematográfico.

Su labor literaria fue reconocida a través de diversos galardones, como el Premio Nacional de Literatura Juan Ruiz de Alarcón, en 1993; el premio Dos océanos, entregado por el Festival Internacional de Biarritz; Cine y Cultura de América Latina en 1995 por su obra Dos horas de sol; la Medalla Juan R. Escudero del Puerto de Acapulco en 2005; así como la Medalla Bellas Artes en 2011, un reconocimiento que otorga el Inbal.

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