EL PODER DEL PUEBLO
Pacto federal
Lic. Rubén Ríos Uribe
Romper un pacto federal no es cualquier cosa. La mayoría de las personas en México no tienen una referencia de primera mano de lo que implica desgarrar un Estado y escindir de él a otro con sus propios elementos constitutivos.
La historia de dichas secesiones alrededor del mundo y de la historia no es corta. Ha ocurrido en muchos lugares y de las más diversas maneras. La pretensión de otras sigue latente, como en Quebec o en Cataluña.
Incluso aquellas que no llegaron a ocurrir, como la sangrienta Guerra Civil de Estados Unidos, cuyos efectos hasta la fecha son motivo de división en la sociedad estadounidense, son un caso de estudio muy oportuno.
Otras han sido producto del colonialismo, cuando sintiéndose dueños del mundo las potencias tomaron mapas, reglas y lápices para dibujar fronteras a su antojo en África, Medio Oriente, el Sureste Asiático.
¿Cómo olvidar el caso de Panamá, arrancado a la mala a Colombia para que Estados Unidos pudiera hacerse del Canal? ¿Cómo olvidar los mexicanos a Texas?
Una secesión más “light”, el reciente Brexit, ha demostrado traer más dolores de cabeza que beneficios.
Así que cuando un grupo bravucón de Gobernadores habla de romper el pacto federal, me inclino a pensar que no tienen idea de lo que hablan, porque si lo supieran, nadie, ni siquiera ellos con su mezquindad política sería capaz de poner en la mesa semejante despropósito.
Romper el pacto federal implica eso: deshacer el pacto político mediante el cual los Estados se integraron en una federación para ser, entre otras cosas, un solo sujeto de Derecho Internacional. Un solo país, pues.
Es un despropósito porque esa propuesta va en contra de la propia idiosincrasia mexicana. Difícilmente un neolonés, un jalisciense, un michoacano o un guanajuatense por ejemplo, aceptarían de pronto dejar de ser mexicano.
Veracruz, que tiene frontera con Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Tamaulipas y que tenemos una relación estrecha de intercambio con estados geográficamente aún más alejados, como Yucatán, encontramos inconcebible de pronto perder ese paraguas identitario que es nuestra mexicanidad.
Ese arraigo de la identidad mexicana en todas y todos nosotros es el principal dique que impedirá en México una secesión. Lo dicho: en la oposición no entienden que no entienden que el pueblo manda.
*Diputado local. Presidente de la Mesa Directiva del Congreso de Veracruz.
EL PODER DEL PUEBLO
Pacto federal
Lic. Rubén Ríos Uribe
Romper un pacto federal no es cualquier cosa. La mayoría de las personas en México no tienen una referencia de primera mano de lo que implica desgarrar un Estado y escindir de él a otro con sus propios elementos constitutivos.
La historia de dichas secesiones alrededor del mundo y de la historia no es corta. Ha ocurrido en muchos lugares y de las más diversas maneras. La pretensión de otras sigue latente, como en Quebec o en Cataluña.
Incluso aquellas que no llegaron a ocurrir, como la sangrienta Guerra Civil de Estados Unidos, cuyos efectos hasta la fecha son motivo de división en la sociedad estadounidense, son un caso de estudio muy oportuno.
Otras han sido producto del colonialismo, cuando sintiéndose dueños del mundo las potencias tomaron mapas, reglas y lápices para dibujar fronteras a su antojo en África, Medio Oriente, el Sureste Asiático.
¿Cómo olvidar el caso de Panamá, arrancado a la mala a Colombia para que Estados Unidos pudiera hacerse del Canal? ¿Cómo olvidar los mexicanos a Texas?
Una secesión más “light”, el reciente Brexit, ha demostrado traer más dolores de cabeza que beneficios.
Así que cuando un grupo bravucón de Gobernadores habla de romper el pacto federal, me inclino a pensar que no tienen idea de lo que hablan, porque si lo supieran, nadie, ni siquiera ellos con su mezquindad política sería capaz de poner en la mesa semejante despropósito.
Romper el pacto federal implica eso: deshacer el pacto político mediante el cual los Estados se integraron en una federación para ser, entre otras cosas, un solo sujeto de Derecho Internacional. Un solo país, pues.
Es un despropósito porque esa propuesta va en contra de la propia idiosincrasia mexicana. Difícilmente un neolonés, un jalisciense, un michoacano o un guanajuatense por ejemplo, aceptarían de pronto dejar de ser mexicano.
Veracruz, que tiene frontera con Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Tamaulipas y que tenemos una relación estrecha de intercambio con estados geográficamente aún más alejados, como Yucatán, encontramos inconcebible de pronto perder ese paraguas identitario que es nuestra mexicanidad.
Ese arraigo de la identidad mexicana en todas y todos nosotros es el principal dique que impedirá en México una secesión. Lo dicho: en la oposición no entienden que no entienden que el pueblo manda.
*Diputado local. Presidente de la Mesa Directiva del Congreso de Veracruz.