lunes, diciembre 2, 2024
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¿Dando y dando?.

¿Vacunitas volando? Oficialmente, la insinuación de un quid pro quo entre Estados Unidos y México; vacunas por contención migratoria al sur y norte de nuestro país, está descartada. Sentido común, sospechosismo y malicia básica, apuntan a que algo implícito hay en la sucesión de hechos muy recientes.

Mensajes entrelíneas, merecen lecturas integrales. Discursos de rebote, juego de espejos mediáticos que imprimen tono a la nueva relación bilateral en la era del resbaladizo Joe Biden.

Primer empellón. En audiencia ante el Senado estadounidense, el jefe del Comando Norte del Pentágono, el general Glen VanHerk, informó lo que sucede en México. Informó, no opinó.

Crisis migrantes simultaneas. Una; niños centroamericanos no acompañados migran hacia el río Bravo. Otra, adultos también centroamericanos solicitan asilo y esperan en territorio mexicano respuesta yanqui. Tercera, creciente número de mexicanos buscan aquello que el presidente López Obrador gestiona ante Joe Biden, la expedición del doble de visas de trabajo temporal para revivir el programa Bracero de 1942.

Según Glen VanHerk, 30-35 por ciento de nuestra Nación no es gobernada por Andrés Manuel López Obrador, si no por criminales renuentes a los abrazos y reincidentes a los balazos. La emboscada a policías mexiquenses en Coatepec Harinas con saldo de 13 oficiales asesinados, pone incómodo acento al tema.

Fenómenos migratorios y criminales que abren, para los jefes militares de Estados Unidos, enormes vulnerabilidades a su integridad; temor razonado de que entes del mal, como China y Rusia, puedan intervenir y atentar en su contra. Rudo diagnóstico.

La defensa. Para nuestro mandatario, las conclusiones del Pentágono se respetan, pero no se comparten. Dice, allá ellos con su “opinión”. Rechaza que semejante panorama sea real. Sin pleitos ni arrebatos a la luz de nuestra multifactorial dependencia, mejor agradece que nos presten 2.7 millones de vacunas AstraZeneca como adelanto de nuestros grandes, pero aletargados, pedidos.

El distractor. El Presidente volvió a emprenderla en contra del historiador Enrique Krauze por su artículo publicado en el New York Times donde preguntó si Joe Biden podría ayudar a contener el deterioro democrático que, según Krauze, infringe la 4T a la patria.

El espíritu Masiosare tundió al escritor por vendepatrias instándolo a solicitar trabajo en Washington DC como embajador de Estados Unidos en México. Enésimo recorrido histórico a través del conservadurismo corrupto, traidor y rapaz que, a diario, se exorciza. O se intenta.

Pero hoy el diario El País, a través del editorial, “México crispado”, abona en buena parte a la reflexión sustantiva de Krauze. Un poder presidencial que polariza constantemente colocándose siempre en el centro del tablero nacional por un afán electoral sinfín. La respuesta, no dilata.

La fachada. México reforzó desde ayer restricciones migratorias al sur con Guatemala y Belice y al norte en los cruces fronterizos más densos con Estados Unidos. Un muro humano que declara objetivos humanitarios para ayudar a impedir mayores riesgos para quienes insisten en hacer realidad el sueño americano.

Si no es, ¡como se parece! Con esa compleja y hostil realidad como telón de fondo, sobresale el préstamo de vacunas AstraZeneca mientras la FDA autoriza que los vecinos del norte las utilicen. Destaca el duro diagnóstico militar sobre la cohesión y gobernanza mexicana. Cual tolvanera de Santa Lucía, las escaramuzas cotidianas del poder Ejecutivo en contra de contrapesos institucionales, adversarios ideológicos, reales, legales, legítimos o

imaginarios, que resisten y terminan por apoyar una épica moralizadora de amplias licencias fácticas.

Migración y vacunas ¿tienen relación? Dicen que no. Parece que sí. Se infiere que bajo el nuevo estilo de la Casa Blanca, las vacunas estimulan la amistad entre los pueblos. Y la cooperación. Sobre todo, de aquí para allá. Hay misiones no cumplidas. A un año de pandemia, confinamiento y abstinencia escolar, los márgenes de maniobra en la transformación prometida se estrechan.

La recuperación productiva de Estados Unidos no será un rebote tras el descalabro pandémico. La de México sí. Aun en los escenarios más optimistas el ascenso en la economía nacional no compensará la caída del 8.5 por ciento del 2020. Ni la pérdida de millones de empleos formales. Por eso habrá reforma fiscal a medias. Una más. La necesaria será postergada de nuevo para evitar daños político-electorales. Todo cambia, para mantenerse.