domingo, octubre 13, 2024
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República Democrática o Popular

Las decisiones se toman a mano alzada, en la plaza pública, donde la arenga se impone a la ley, el orden e, incluso, a la ciencia y la técnica.

¿Quién lo hubiera pensado? México, que luchó tanto por salir pacíficamente de la dictablanda del PRI, esa sociedad que empezó una transición democrática a partir de 1997, y optó por la alternancia en 2000, ahora parece estar, de nuevo, mirando una dictadura en la cara.

Y la oferta de una dictadura viene del lugar menos esperado: desde los confines de una supuesta izquierda democrática que, al voltear los ojos, sacó a relucir su verdadero rostro: el de la dictadura en ciernes.

Cada acto de gobierno que realiza, con su mayoría legislativa ganada democráticamente, es para ir consolidando el poder y hegemonía absolutista del líder máximo. No es para avanzar en la democratización del país, sino para asegurar el consolidarse en el poder. Cada acto, cada gesto, cada comentario va en la dirección a consolidar el espíritu dictatorial de este gobierno.

Lo primero que impacta es el silencio de los supuestos izquierdistas demócratas callados y obedientes, con la cabeza agachada. aceptando el creciente “gobierno desde las calles, desde el desorden, desde la imposición por la vía de los hechos”. La turba que asaltó el INE y que amenaza destruirla si no les obedece la instrucción de registrar a su candidato cuya ilegalidad está comprobada.

Esto se llama una República Popular, donde las decisiones se toman a mano alzada, en la plaza pública, donde la arenga se impone a la ley, el orden e, incluso, a la ciencia y la técnica.

Los ejercicios de cancelar el aeropuerto de Texcoco, de avalar el Tren Maya y de cancelar la empresa Constellation Brands por la vía de votaciones sin asomo de legalidad ni de control y mucho menos de representatividad, prefigura lo que se pretende para todo México. La agresión al INE es exactamente lo mismo. Según la lógica de la República Popular, las instituciones deben guiar sus decisiones no por lo que dice la ley, sino por el mandato y exigencia de la turba.

La República Popular eliminará los Poderes Legislativo y Judicial. Esos Poderes resultan estorbos para la fluida interacción entre el Líder Máximo y el pueblo movilizado y demandante. La consigna de la República Popular es la que aparece en la película de Sergio Leone llamada Los Héroes de Mesa Verde (o Duck You Sucker, en inglés). Por todo el territorio de Mesa Verde (pueblo ficticio en la Revolución mexicana) hay carteles con el rostro del gobernante que dice: El Pueblo Ama Al Gobernador y El Gobernador Ama Al Pueblo. Mientras tanto, está ocurriendo una masacre de ese mismo pueblo que dice amar al gobernador ordenado por el gobernador que dice amar al pueblo.

Esas son las formas de gobernar que ha conocido México. López Obrador piensa, equivocadamente, que el mandato que recibió en las urnas era para destruir todo lo que vino antes y que México luego tendría que esperar a ver qué se le ocurría poner en su lugar, eventualmente. Mientras tanto, gobernaría sobre las ruinas de un país desecho, polarizado, desesperado.

Quiere construir una República Popular antes de las elecciones de junio, aunque sea descuadrada, chueca y disfuncional. No le importa. Lo importante, cree, es poder decir, “yo prometí destruir todo lo anterior…lo logré…ahora vendrá lo mejor”. Pregona, parado encima de los destrozos de un país en agonía. Pero él cree que el mandato de las urnas le permite hacer eso.

Por ello que avala destruir todas las instituciones posibles, el INE incluido y ha tomado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como su rehén personal. Mantiene al Presidente de ese órgano en su puesto porque sus corruptelas lo hacen servil y manso a los requerimientos del Presidente.

Utiliza a las masas insurrectas para guiar sus acciones. Y seguirá destruyendo instituciones hasta el último día de su gobierno. Es la lógica de la República Popular que quiere imponer en México. Y no duden que aparecerá pronto una propuesta de reforma constitucional basada en los principios de la República Popular.

La decisión en las urnas el 6 de junio es entre una República democrática y representativa, con contrapesos y un orden constitucional que se aplica y se respeta, o la República Popular de liderazgo único a perpetuum y careciendo de instituciones que aseguren el respeto a la ley, pues el único ley será la del líder y sus humores.

POR RICARDO PASCOE PIERCE
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